La vieja Morla
-Nada importa, vieja...todo es siempre lo mismo...
Mi pasota preferida, la montaña de cuerno de ese libro que no he superado nunca. En casa se creen que estoy deprimida, mis amigos no me reconocen. No he salido de mi casa en todo el fin de semana, y juro que no me pasa nada raro. Simplemente, no tengo ganas de nada. La psicología moderna, en la que cada vez creo menos si alguna vez creí en ella, diría que es un síntoma de depresión. Pues bueno.
Simplemente no le encontraba sentido a caminar para ir a cualquier lado para deshacer luego el camino y volver al mismo punto. Sé que suena la mar de estúpido, pero si somos estrictamente lógicos no lo es tanto. Así que me he rendido a mi sofá, que me ha estado agarrando por la goma del pijama estos dos días. Algo de culpa la ha tenido Monsieur de Maupassant y su Georges Duroy y un dolor de espalda matador, tal vez producto de estar en posición horizontal demasiado tiempo.
Parece que actualmente tienes que hacer cincuenta mil cosas al día para parecer normal. Si viviera en Viena, por ejemplo, dónde a las cinco de la tarde no se ve ni a un alma por la calle, no me sentiría tan extraña, casi culpable, por este fin de semana amebil. Aprovecha el tiempo, la vida es corta, sal, entra, sal, consume. Si no lo haces, parece que te conviertes casi en uno de esos chavales japoneses que se pasan años y años sin salir de su guarida.
No creo que llegara nunca a esos extremos. De hecho tampoco creo que las reflexiones provocadas por este fin de semana de clausura me lleven a alcanzar el equilibrio. Más que equilibrar, tengo la intención de compensar. Así que el fin de semana que viene, allá voy.
Mi pasota preferida, la montaña de cuerno de ese libro que no he superado nunca. En casa se creen que estoy deprimida, mis amigos no me reconocen. No he salido de mi casa en todo el fin de semana, y juro que no me pasa nada raro. Simplemente, no tengo ganas de nada. La psicología moderna, en la que cada vez creo menos si alguna vez creí en ella, diría que es un síntoma de depresión. Pues bueno.
Simplemente no le encontraba sentido a caminar para ir a cualquier lado para deshacer luego el camino y volver al mismo punto. Sé que suena la mar de estúpido, pero si somos estrictamente lógicos no lo es tanto. Así que me he rendido a mi sofá, que me ha estado agarrando por la goma del pijama estos dos días. Algo de culpa la ha tenido Monsieur de Maupassant y su Georges Duroy y un dolor de espalda matador, tal vez producto de estar en posición horizontal demasiado tiempo.
Parece que actualmente tienes que hacer cincuenta mil cosas al día para parecer normal. Si viviera en Viena, por ejemplo, dónde a las cinco de la tarde no se ve ni a un alma por la calle, no me sentiría tan extraña, casi culpable, por este fin de semana amebil. Aprovecha el tiempo, la vida es corta, sal, entra, sal, consume. Si no lo haces, parece que te conviertes casi en uno de esos chavales japoneses que se pasan años y años sin salir de su guarida.
No creo que llegara nunca a esos extremos. De hecho tampoco creo que las reflexiones provocadas por este fin de semana de clausura me lleven a alcanzar el equilibrio. Más que equilibrar, tengo la intención de compensar. Así que el fin de semana que viene, allá voy.
6 comentarios
Heraclius -
Recomendados en la edición censurada de DSM IV-TR
;o)
O2wasting -
donna darko -
eudald -
Indòmita -
patri -
En fi, el cap d setmana q ve compensem segur! Molts petonets senyoreta pupes! Cuida't el mal d'esquena, ens veiem demà!
(no sé pq m'ha donat x escriure mig en castellà, mig en català... así soy yo!)