El tábano de Franco
Hay cosas que sólo se hacen un domingo por la noche...Ayer, haciendo zapping en el sofá, me encontré con un programa del nuevo canal Cuatro, una mezcla de El Caso, La dimensión desconocida y Quién sabe dónde, con un presentador con pinta de telequinésico frustrado. Quedé abducida por un reportaje sobre el niño de Somosierra, aquel que desapareció sin dejar rastro después de que sus padres tuvieran un accidente con un camión lleno de ácido sulfúrico y se hicieran a la brasa. Salió un señor con pinta de Bela Lugosi que demostró con una chuleta de cerdo cómo la carne flota en el ácido, siendo sólo posible que le afecte por la parte inferior. Y lo más impactante llegó luego: abrí unos ojos como platos cuando dijo que se necesitan semanas para que el ácido sulfúrico derrita la carne. Tal vez por culpa de Mortadelo y Filemón, esta historia me creó un trauma infantil; veía la siniestra imagen del niño vestido de comunión y lo imaginaba derritiéndose como la cera...
Impresionada por tal descubrimiento, o agradecida por curar mi trauma infantil, me tragué un reportaje sobre psicoimágenes y transcomunicación, que viene a ser lo que le pasa a la niña de Poltergeist pero a lo bestia: en el televisor salen muertos, pero sin que aparentemente se sintonice canal alguno. Cuando una eminencia en el tema declaró que había visto a Einstein y al científico que descubrió el aluminio varias veces en la pantalla, me dio la risa. Según parece los famosos que no vivieron la era televisiva se empeñan en salir en la pequeña pantalla, y los que sí que lo hicieron se resisten a pasar de moda...
Impresionada por tantos descubrimientos o tal vez víctima de un letargo dominguero, me quedé a ver el último reportaje... E hice el mejor hallazgo. Contaban la relación de Franco con los masones y descubrían hechos como que la madre del dictador, según parece, era espiritista. Además hablaban de la suerte que, dicen, siempre acompañó a Franco. Para demostrarlo, entrevistaron a un vejete compañero de éste cuando era comandante en Marruecos. Contaba el vejete que estando el caudillo haciendo popó, un tábano empezó a incordiarle y el hombre, al moverse bruscamente para sacudírselo de encima, esquivó una bala que le hubiera dado de lleno. O sea, que el bicharraco asqueroso cambió el curso de la historia...
Y me quedé así de traspuesta, meditando sobre el tema...